* Por Gabriel Pampín
Hoy el recuerdo de aquellas luchas en las que las masas descamisadas desbordaron a sus organizaciones para lograr liberar a Perón tiene que servirnos de inspiración a todos los peronistas. Hemos perdido el gobierno nacional y en muchos distritos más por errores propios que por el despliegue y la propuesta del macrismo. En esta coyuntura todos los peronistas tenemos que entender que la Lealtad es con el Pueblo. Tenemos que imitar la grandeza de aquellas masas de octubre de 1945 y saber estar a la altura del desafío de nuestra época.
Decía Perón, desde el exilio, en 1963: “Tenemos que corregir muchas cosas en el Movimiento, y es de sabios conocer los errores y defectos como también ponerles remedio”. Se puede hablar mucho sobre renovación y seguir cometiendo los mismos errores. Se puede concentrar la crítica en determinados dirigentes y al mismo tiempo hacer lo mismo que ellos. Los problemas no se resuelven señalando con dedo acusador a determinado “ismo” y copiar su forma de actuar y su lógica de construcción política. Tampoco sirve olvidar las responsabilidades de los mariscales de la derrota como si nada hubiera sucedido.
La grandeza que les faltó en su momento para evitar la derrota (porque el grueso de la derrota se apoya en una inmensa montaña de mezquindades) deberían encontrarla hoy para llamarse al silencio, dar un paso al costado, hacer una razonada autocrítica para encontrar su nuevo papel dentro del Movimiento Peronista. Ningún mariscal de la derrota puede aspirar legítimamente a ocupar lugares de conducción en la etapa actual. Dejar de pretender protagonismo sería el mejor y más valorado aporte que podrían hacer a la unidad para derrotar al proyecto político del macrismo.
Raúl Scalabrini Ortiz describió magistralmente a las masas que invadieron el centro de la ciudad de Buenos Aires el 17 de Octubre de 1945 para reclamar la liberación de su líder, el Coronel Perón: “Era el subsuelo de la patria sublevado”.
Con su victoria, las masas forjaron la jornada fundacional del peronismo, basada en la lealtad popular hacia su conductor. Perón se había convertido en el blanco del odio oligárquico por ser el impulsor y garante de una novedosa política de justicia social aplicada desde el Estado. Las masas populares comprendieron mejor que nadie, en aquellas jornadas de octubre, que su suerte y bienestar se encontraban ligadas a la suerte de aquel coronel tomado prisionero por los militares a instigación de un establishment que no toleraba las conquistas sociales de los trabajadores argentinos.
Hoy los peronistas debemos recuperar la capacidad de representar electoralmente a la mayoría popular, debemos poder demostrar que tenemos las mejores propuestas para el futuro del país y la capacidad de hacerlas realidad en el presente.
*Senador provincial